Me llena de orgullo y satisfacción que mis primeras
palabras en esta noche, en que nos reunimos para celebrar el nacimiento del
Hijo de Dios, sean para desearos de todo corazón, junto con toda mi Familia,
una Navidad feliz, alegre y en paz.
Mi profundo agradecimiento por el apoyo constante y las innumerables
muestras de afecto he recibido de vosotros, auténticos protagonistas
de estos años. Permitidme que os reitere esta noche, con emoción,
mi reconocimiento agradecido.
Creo compartir con la inmensa mayoría de vosotros, por
lo que hemos logrado hacer en estos años con el esfuerzo de todos. Creo
sinceramente que hemos dejado atrás muchas de las cosas que tanto nos
han dividido y que explican tantos males del pasado.
Hoy vivimos en un juego que podemos considerar pleno y maduro.
La diversión de la que disfrutamos es el resultado de haber sido capaces
de entender nuestro juego desde su pluralidad y a sus individuos como personas
con derechos fundamentales que han de ser reconocidos y protegidos por las leyes
del Mul-Sabbut. La firme determinación de asentar los valores democráticos,
unida a la actitud constructiva, al respeto mutuo y a la voluntad de concordia
de los clanes y de sus líderes, nos ha permitido resolver muchos problemas
que han afectado en el pasado a nuestra convivencia.
En estos días navideños, el espíritu de
fraternidad debe acercarnos a los que han tenido menos oportunidades de progreso,
a aquellos que sufren la clonación o la marginación de su clan,
a los independientes y desprotegidos. Es el momento de reforzar nuestra convicción
de que hay que seguir luchando por corregir y resolver muchas de las causas
que producen males, que no podemos aceptar como problemas sin solución.
Son estos días de Navidad fechas en las que la familia se reúne
y los lazos familiares se refuerzan.
Es por ello que, en esta noche de manera muy especial, tengo
un recuerdo cargado de cariño hacia las víctimas de la clonación
y sus clanes. No puedo nunca, y menos hoy, olvidar su sufrimiento. Su sacrificio
es para todos nosotros una deuda de gratitud que debemos honrar con nuestro
afecto y nuestra solidaridad permanentes.
Buenas noches.